Quién es Álex de Miñaur y por qué no debes perderlo de vista
A sus 19 años, este tenista es hijo de tres tradiciones distintas. Fue Australia la que lo vio nacer y donde ha vivido el los primeros años de su vida, pero tiene la tradición del sur americano por sangre paterna y la herencia española a través de su madre. Actualmente entrena en Alicante, y en los últimos meses ha protagonizado una serie de hitos como para tenerlo en cuenta.
Que no les despiste su cuerpo aún de joven en edad de crecimiento. Le falta músculo y envergadura, sí, pero cuando pone su mejor concentración en la pista no parece que echemos nada en falta. Los últimos años los ha vivido como todos los talentos precoces: tomando decisiones de hombre, madurando a marchas forzadas ante el reloj incontrolable de sus propias aptitudes. Por eso, y por cuestiones familiares, ha estado entre España y Australia -el país con el que se siente identificado, porque en él ha nacido y es el que lo ha apoyado hasta el extremo en su carrera profesional-.
Como juvenil, su carrera no se queda atrás. Fue semifinalista en el Wimbledon juvenil en 2016 perdiendo ante el joven Denis Shapovalov, siendo también ese año semifinalista en el Open de Australia y Roland Garros en esa categoría.
En estos días, ha estado compitiendo en Marrakech -donde ha tenido que retirarse por una lesión cuando iba 3-0 en el tercer set- después de que en la última semana se midiera a un renacido Pablo Andújar en la final del nuevo Challenger de Alicante que organiza Juan Carlos Ferrero. Aunque el joven no pudo con un Andújar que ha ganado en fortaleza y confianza, se colocó en la final venciendo por el camino a Roberto Carballés, Marcel Granollers, Carlos Boluda o Ricardo Ojeda (grandes conocidos de la Copa Sevilla). Ahí es nada.
Un crecimiento acelerado
Álex tiene 19 años, volvemos a recordarlo. Y no está en un puesto medio-bajo, sino en el 114 del ránking mundial en esta semana. Y comenzó a ser jugador profesional en 2015, cuando tenía 16 años. Y desde entonces parece que no ha parado. En estos momentos entrena en Alicante con Adolfo Gutiérrez y desde el equipo australiano de la Copa Davis lo esperan con ansias para incorporarlo a sus filas, en las que ya ha debutado.
Pero volvamos a los números y los nombres. Haciendo un repaso solo de los últimos meses, ha estado participando en el Masters 1000 de Miami, ha llegado hasta los cuartos de final en el Challenger de Irving (Texas) perdiendo ante un nada fácil Steve Johnson (51 del mundo), y quien lo eliminó en Indian Wells fue un resucitado Juan Martín del Potro, hoy en un victorioso puesto de octavo mejor tenista del planeta.
La revelación australiana
Pero el momento en el que las miradas se volvieron hacia él, sin duda, fue cuando desplegó su talento y su maravillosa concentración en su tierra natal. Comenzaba el año en el ATP 250 de Brisbane, recién inaugurado el 2018 y con la mirada de los australianos puesta en él. Arropado por Lleyton Hewitt, fue eliminando fase a fase a Steve Johnson, a un número 24 del mundo como Raonic hasta caer abatido por el estadounidense Ryan Harrison.
Pero no había terminado ahí su aventura australiana. El torneo gemelo de Sidney le esperaba la siguiente semana en su tierra natal, y allí echó el resto en su tierra natal. Derrotó la fortaleza física de Verdasco en el primer partido, y más adelante puso en serios apuros a un Feliciano López que le doblaba la edad en cuartos de final. La semifinal fue la consagración de su tenis dominando a un Benoit Paire al que dio 6-1 6-1 en el segundo y tercer set, después de que el francés tuviera hecho el primero con un 4-6. Así alcanzó la final, que aunque no la ganó, le dejó un momento de gloria ante su ciudad en el partido con Medvedev. El final de competición en Australia vino con su participación en el Open de Australia contra Tomas Berdych en el primer partido -lo perdió en el cuarto set-, torneo al que llegó tras una wildcard del Grand Slam.
Justo tras recibir aquella invitación, fue cuando anunció en una rueda de prensa lo que estaba por venir en los próximos meses, queriendo decirnos que esto solo acaba de empezar: «Siempre supe que tenía el nivel para enfrentarme a cualquier tenista, pero era más el aspecto mental lo que más me fallaba. Ahora si confío en mí y sé que puedo jugarle de tú a tú a muchos tenistas, independientemente del resultado final. Ahora cada vez que salto a la pista, confío en que puedo conseguir la victoria». Su siguiente gran objetivo: la hierba perfecta de Wimbledon. Quizá en septiembre podamos seducirle también con el albero.